Cada vez me es más patente la sensación de que puede pasarse por esta vida sin vivirla, es decir “funcionando”, mas siendo un extraño ante uno mismo. Solemos pensar tanto en nuestro proyecto personalísimo de felicidad, tan individualista, que perdemos de vista que “yo sólo existo en compañía del prójimo; solo, no soy nada”.
Ocurre que estamos atravesados por una creencia de independencia, como libertad de toda atadura, que en lugar de conducir a ser uno mismo con plenitud histórica y dando lugar a los demás en mi proyecto de vida, se trata de una independencia “que no obliga a nada”, señala Jaspers, que también la denomina “independencia sin contenido”. Y aquí debemos preguntarnos ¿qué entendemos por ser autónomos? Pues es probable que seamos cautivos de esta forma engañosa de independencia, en la que creemos liberarnos de todo compromiso, sin embargo, nos encerramos en nosotros mismos, rindiéndonos sin más a los apetitos, cuyo resultante es el tedio, la angustia y la indiferencia.
Según Jaspers ese individuo que despierta a la propia existencia se pregunta estremecido “¿qué soy?, ¿qué estoy dejando de hacer?, ¿qué debo hacer?” y comienza a darse lugar a sí mismo, tal como lo hace con los demás. Y aquí el misterio de la realización personal que cuanto más individualista se encare, en igual proporción será el desencanto, mientras que si ese proyecto se pone al servicio de una realidad más amplia a los propios intereses, los frutos desbordarán cualquier planificación, colmando de sentido el ser.
Jaspers, K.; La filosofía: desde el punto de vista de la existencia; Fondo de Cultura Económica; 2000; México
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